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Tintero | Hartazgo social – El Sol de Tlaxcala

Guste o no a quienes han hecho de las presiones políticas, protestas y marchas callejeras su forma vida, la gente ya se hartó de ello. Explico: en 1994, el autollamado Movimiento de las Bases Magisteriales surgió para defender los derechos laborales y administrativos de los profesores, esto ante la indiferencia de las autoridades.

Tomó tanta fuerza y el beneplácito de las personas que los mentores incurrieron en demasiados excesos: tomaron alcaldías, secuestraron funcionarios educativos, alcaldes, bloquearon carreteras y hasta pedían la renuncia del gobernador.

Todo les fue tolerado, solo que una vez que lograron lo que querían, sin fuerza de movilidad social alguna, quisieron seguir con lo mismo y la población en general terminó por detestarlo.

El problema es que quienes están inconformes con el desempeño de sus auditoridades ya hallaron el “caminito” para hacerse escuchar y lograr canonjias.

Cierto, tienen derecho a protestar por lo que consideren alguna práctica irregular en el ejercicio de las funciones oficiales o de un abuso de los gobernadores en turno, integrantes del Poder Judicial, diputados, alcaldes y ediles.

Solo que no debe ser afectando derechos de terceros, incurren en un daño colateral. México enfrenta un grave problema de descomposición social.

En México, en 1968, inició un gran movimiento estudiantil que sacudió los cimientos del régimen autoritario priista tras los asesinatos de estudiantes por parte de miembros del Ejército Mexicano en la plaza de las Tres Culturas de la ciudad de México. Ellos exigían respeto a sus derechos y libertad de expresión.

Según estudiosos, una sociedad se descompone cuando un conjunto de factores la “divorcian” de sus valores universales y la ingresan en una crisis de autoestima y confianza que vulnera sus sueños y capacidades y activan la autodestrucción.

La semana pasada, cientos de docentes de la Sección 55 de la Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, impulsados, una parte de su líder Jorge Guevara, y otros por quienes le pedían que dejara el cargo, salieron a las calles a exigir una solución al problema de Pensiones Civiles para que no se les retiren los servicios médicos al ser, según ellos, un derecho ganado.

Ese día, desquiciaron la ciudad capital y sus alrededores, mucha gente llegó tarde a su trabajo y, por el arrebato irresponsable de los quejosos, muchos trabajadores perdieron un día de salario por haber llegado a destiempo e incumplieron con sus actividades.

¿Acaso a las autoridades les importó ello? Si fuera así, habrían tomado cartas en el asunto días anteriores en las oficinas de inteligencia o cuando menos aplicar prospectiva. Es evidente que no tienen la menor idea a lo que se refiere. Lo menos, era poner orden.

El problema es que casi a diario hay protestas. En la actualidad, unas cinco personas inconformes pueden apoderarse de una presidencia municipal y de una vía de comunicación federal o estatal. Y nadie procede al respecto.

Hacen lo que se les pega la gana y eso se llama anarquía, o lo que es lo mismo, ausencia de norma, jerarquía, autoridad y gobierno, y sirve para designar aquellas situaciones donde se da la ausencia de Estado o poder público.

Ahora y lo más grave, es que el éxito de una manifestación suele ser considerado mayor cuando más gente asiste. Eso sí, los participantes generan disturbios y violencia contra objetos, establecimientos, golpean a peatones, policías, o incluso contra los mismos manifestantes.

Las marchas y protestas callejeras no deberían tener razón de ser. Los congresistas, en lugar de hacer del Legislativo un “circo” , deberían fortalecer las leyes federales y estatales para que la población tenga certeza jurídica, mientras que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ya debería ser prudente, sus llamadas mañaneras solo están centradas en pelearse con reporteros y burlarse de quienes, según él, son siervos del conservadurismo porque publican o difunden notas donde acusan a su gobierno de diversas irregularidades financieras.

Las quejas en la calle ya son un hartazgo y si no trabajan para contenerlas con propuestas de solución serias, seguirá aumentando la violencia en este país lo que sería más que grave. Ya es una olla express.

Al tiempo.

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