El secretario de Educación, Homero Meneses Hernández, resultó reprobado este 1 de mayo.
En la marcha del Día del Trabajo salieron a relucir problemáticas que evidencian que la Secretaría de Educación Pública del Estado y la Unidad de Servicios Educativos de Tlaxcala (SEPE-USET) son manejadas con los dedos chiquitos (de los pies) del doctor Homero.
Las cifras alegres y metas cumplidas con las que el responsable del sector educativo le endulza el oído a su jefa, la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, se vinieron abajo cuando un grupo de profesores y personal administrativo se armaron de valor para evidenciar serias problemáticas.
Homero Meneses tenía muy escondido que politiza la basificación de personal de confianza para privilegiar a sus cuates, algo que desde fuera criticó en antaño.
No solo eso, presuntas prácticas de hostigamiento laboral y acoso sexual salieron a relucir por parte de mujeres que forman parte de áreas como la Dirección de Relaciones Laborales, la Coordinación para la Salud y Prevención Escolar y en las direcciones de Planeación, de Educación Básica, de Educación Física, de Educación Primaria y en la de Cultura, Recreación y Deportes.
“Quédate el sexenio Homero, la SEPE-USET es tu cárcel: atentamente tus sepultureros”, se leyó en una enorme lona en la que se dejó entrever que el cargo que tanto añoró ocupar Homero Meneses y que hasta le envidiaba a su “cuate” Manuel Camacho Higareda, será su tumba política.
“Guevara traidor”
Y ya que hablamos del sector educativo, los dirigentes de las secciones 31 y 55 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), tampoco salieron bien librados este 1 de mayo.
Por un lado, Cutberto Chávez de la Rosa –líder de la 31- fue encarado por Amalia Maldonado Carrasco, para que cesen los supuestos actos de acoso en su contra con el afán de que abandone su centro laboral, ubicado en el área administrativa de la Escuela Secundaria General “Lázaro Cárdenas del Río”, de Santa Apolonia Teacalco.
“No voy a permitir que me corran, la gente me apoya, Teacalco me apoya, se lo estoy diciendo de frente y avisando, la gente me apoya y no me voy de mi centro de trabajo”, le espetó contundente ante un dirigente que solo hizo muecas.
Ya veremos si esta acción tiene repercusiones vengativas contra la trabajadora del sector educativo, cuya osadía fue evidenciar conductas irregulares por parte de directivos y docentes de esa institución, o bien, la reincorporarán a su plaza y la dejan laborar en paz.
Pero el que se llevó todos los abucheos fue Jorge Guevara Lozada –líder de la 55- a quien gran parte de su base no lo baja de “traicionero” y “ratero”, pues ha mostrado una actitud sumisa pese a que cientos de maestros padecen la carencia de servicios de salud, medicamentos y la parálisis para jubilaciones ante Pensiones Civiles.
“Eres un traidor Guevara, un pseudolíder charro que ha traicionado a su gremio y te escudas en golpeadores para darle la espalda a tu propia gente, por eso te repudiamos”, le espetaron al todavía ‘líder’, durante el accidentado paso del contingente que encabezó.
Lo que resulta curioso es que todas las acusaciones de los males que sufren los profesores se le achaquen a Jorge Guevara y nadie ha tocado ni con el pétalo de una rosa a José Luis Guevara, hermano del dirigente que, quienes saben el tejemaneje, afirman que es quien realmente manda en la Sección 55 del SNTE.
Saquen las palomitas para ver el espectáculo que se dará durante los convivios del próximo 4 y 17 de mayo en el Centro de Convenciones de Tlaxcala, con motivo del Día de la Madre y Día del Maestro, pues los profesores ya advirtieron que si se presenta Jorge Guevara, será parte del show estelar.
(IR)RESPONSABLE
Un aplauso para el presidente municipal de Atlangatepec, Alfredo Ponce Hernández, pues demostró ser un borracho responsable.
Resulta que el munícipe agarró la fiesta el pasado viernes y al dirigirse a su domicilio en estado etílico, chocó su vehículo contra la camioneta de sus vecinos y, para rehuir al escándalo, el ahijado político del exalcalde “Pepe” Macías se comprometió a pagar todos los daños, pero con la condición de no decirle a nadie lo ocurrido.
Al menos Alfredo Ponce admitió su error y se dignó a repararlo, contrario a otros casos en los que políticos “poderosos” nunca se equivocan.