La temporada de Día de Muertos en el sur del estado es una tradición ancestral, que no pierde su arraigo y conecta con familiares fallecidos.
Los panteones lucen llenos a su máxima capacidad y las flores dominan el paisaje multicolor de los camposantos, en los que se escuchan melancólicamente los cantos de mariachis y rondallas.
Después de dos años de limitantes por la pandemia, las personas han regresado abiertamente a los cementerios, y el estar en las tumbas de sus seres queridos les da un alivio ante su pérdida física.
Muchas familias enfloran y colocan veladoras a quienes recientemente perdieron la vida por el contagio de Covid-19, un mal que llegó a afectar la estabilidad social, y que muchos aún no se reponen del efecto emocional adverso, que arrebató la vida, a quienes estaban bien de salud y que en un periodo de no más de 20 días sucumbieron al Sars-Cov-2.
ZACATELCO Y SU PANTEÓN, AL LÍMITE
El municipio de Zacatelco es de los poblados donde mayor aglomeración de personas se presenta durante el Día de Muertos, y es que su panteón municipal desde hace tres años está a su máxima capacidad.
El problema que se vive hoy día en esta demarcación es que por laudos laborales está embargado el nuevo camposanto, por lo que no hay otro lugar para sepultar a quienes mueren en estos días.
Otro detalle grave es la pérdida económica, que generó Francisco Román Sánchez, cuando se desempeñó como alcalde, al construir un panteón en la colonia Domingo Arenas, a no menos de siete kilómetros de la cabecera municipal, en un lugar distante y escondido.
Esta acción no debe quedar en el olvido y el líder campesino debe entender que todo acto mal realizado tiene una reacción, y esa es la reprobación a su persona, por lo que sus intenciones políticas deben estar sepultadas, por mal gobernante.
SAN ISIDRO BUENSUCESO
Sor ejemplo, San Isidro Buensuceso, comunidad de San Pablo del Monte, mantiene una celebración de Día de Muertos sui géneris, con su reconocido alumbramiento, que ha llamado la atención a medios de comunicación de nivel nacional e internacional.
Año con año, el reconocido pueblo indígena se manifiesta en su camposanto de una forma espectacular, con miles de veladoras y un ritual único. El recuerdo de sus familiares fallecidos es estremecedor y lo expresan de una forma natural.