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Los avatares de nuestro tiempo | El mundial del futbol y la política internacional – El Sol de Tlaxcala

Todas las actividades humanas son susceptibles de ser representaciones de poder, dinámicas de relación desigual y –en todo sentido– muestras a escala de las relaciones políticas que se sostienen en el mundo. El futbol no es una excepción. Por esa razón el mundial de futbol de la FIFA, que se inaugura en Qatar mañana 20 de noviembre, se debe leer en esa clave: es más que un evento deportivo. Es cierto que –para quienes disfrutamos de dicho deporte– es un espectáculo, un momento recreativo y emocionante de apoyo al equipo nacional. Sin embargo, si se mira el evento desde la óptica política también tiene muchas lecturas posibles.

No es una exageración ver el mundial de futbol como algo más, tampoco es muestra de la “sobre-reflexión” de los analistas y estudiosos políticos. Más bien la evidencia demuestra que el futbol y los grandes eventos deportivos tienen muchos más significados de los imaginados. La premisa fundamental del argumento es que el deporte –el futbol– es un movilizador de la participación de las personas, un detonador de la convivencia y un medio de control político también.

Al respecto, existen trabajos académicos que analizan el rol del futbol en las sociedades, por ejemplo, el libro “El futbol en América Latina” editado por El Colegio de México (COLMEX) y su significado como fiesta popular en prácticamente todos los países de la región. Destaca, también, el dossier reciente de la Revista “Historia Mexicana” arbitrada por el COLMEX, centrados en la historia del futbol latinoamericano y su vinculación con la vida política, el acrecentamiento del conflicto o la llegada de la paz. Por tanto, no es exageración decir que dicho deporte –ante la inmensa cantidad de aficionados con que cuenta– a lo largo del tiempo ha tenido causas y efectos económicos (los cuales son más claros), sociales y políticos.

El futbol en muchas partes del mundo es una válvula de escape ante el desencanto, por ejemplo, en Brasil o Argentina. Es un deporte que se convierte en un fenómeno social también por las emociones que genera entre las personas.

Un movimiento de tal magnitud y tal naturaleza requiere de explicaciones y análisis serios, dada su vinculación con la cultura popular y la cohesión social. Quizás en Brasil del 2014, los dirigentes políticos –en medio de una crisis de desconfianza institucional– creyeron que la efervescencia de la organización de un mundial de la FIFA desconcentraría la intensidad de la protesta y la organización de movimientos sociales; contrariamente, más bien catapultó el movimiento político dada la posibilidad de captar mayor atención incluso internacional.

Aún más en el pasado, el gobierno de la dictadura en Argentina 1978 intentó –a través de la organización del evento deportivo– depurar las capas de críticas en el contexto internacional por la violación de derechos humanos. El futbol se convirtió en un medio de intento gubernamental por hacer relaciones públicas con el exterior, pero se convirtió en un catalizador de la puesta en escena del reprobable régimen de la época.

En el mundial de Rusia 2018, también se optó por entender el evento deportivo como una posibilidad para hacer política internacional. Ahora, el mundial de Qatar que sostiene un régimen que no compatibiliza con los valores de la sociedad occidental e instituciones fundamentales como los derechos humanos, el intento político y económico está centrado en difundir la imagen de Qatar como posibilidad en un mundo que se sorprende con Abu Dhabi o Dubai.

En términos económicos, dada la magnitud de la convocatoria, el futbol es una efigie para las empresas privadas. Tan sólo en términos de transmisión de los partidos, los ingresos son estratosféricas, por ejemplo, el mundial de Rusia 2018 sumó un total de 3,572 millones de espectadores remotos.

Eso significa prácticamente la mitad de la población total en el mundo. Por eso, el mundial de la FIFA en Qatar llama la atención, es el primer país musulmán en que se celebrará la justa deportiva y en términos políticos es poderosamente interesantes, sobre todo en el marco del conflicto internacional por Rusia y Ucrania que ha situado en tensión y riesgo el frágil equilibrio de las relaciones internacionales.

Mientras tanto, el futbol –más allá de su concepción política y económica– ánima entre la población como un distractor de la cotidianidad no siempre sencilla o fácil. Ojalá sea un pretexto también para traer –en México– la discusión sobre cómo generar más y mejores deportistas nacionales. El futbol es más que sólo futbol.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

El futbol se convirtió en un medio de intento gubernamental por hacer relaciones públicas con el exterior

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