En nuestro país, los ataques con sustancias corrosivas a mujeres no están considerados como agravantes de género en 25 de los 32 estados de la república. Esta debilidad de perspectiva de género en el terreno legal se ve reflejado en el considerable aumento de casos de este tipo de violencia que dañan y “marcan” la vida de niñas y mujeres mexicanas.
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2022 cerró con la alarmante cifra de 222 mujeres amenazadas de ser agredidas con ácidos o sustancias químicas, y, en el primer semestre de ese año se concretaron 33 agresiones, de acuerdo con el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim).
Para la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, resulta imperativo que el delito sea tipificado cuanto antes en todas las entidades, pues incluso podría considerarse intento de feminicidio, al ser una transgresión que atenta contra la vida e integridad de las mujeres que lo enfrentan.
Hasta el momento, los 7 estados que sí califican estas agresiones como agravantes son Baja California Sur, Oaxaca, Aguascalientes, San Luis Potosí, Hidalgo, Ciudad de México y el Estado de México.
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El Código Penal Federal, en el apartado de delitos contra la Vida y la Integridad correspondiente a lesiones, señala que: Se impondrán de cinco a ocho años de prisión al que infiera una lesión de la que resulte una enfermedad segura o probablemente incurable, la inutilización completa o la pérdida de un ojo, de un brazo, de una mano, de una pierna o de un pie, o de cualquier otro órgano; cuando quede perjudicada para siempre, cualquiera función orgánica o cuando el ofendido quede sordo, impotente o con una deformidad incorregible
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Sin embargo, de cada caso que se hace mediático y viral hay decenas de los que nadie se da cuenta, como explica la periodista Erika Rosete. Pues, los ataques con ácido no son aislados, son la consecuencia de otro tipo de violencia.
El caso de Tlaxcala
Aunque no están contabilizados los casos de violencia con agentes corrosivos, el Banavim tiene registro (desde 2007) de 26 mil 348 casos de violencia de género en Tlaxcala. De ellos, cerca de 15 mil son agresiones físicas y 25 mil sucedieron en el núcleo familiar.
Cabe señalar que, de este registro, en 20 mil 998 casos los agresores son hombres.
En ese sentido, se rescata la urgencia de identificar los casos donde se emplean agentes corrosivos y, de esta forma, consolidar su penalización, tal como sucede con el resto de entidades.
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Violencia con ácido
Los ataques con ácido son una forma de agresión violenta que se define como el acto de arrojar ácido en el cuerpo de una persona con la intención de desfigurarla, mutilarla, torturarla o asesinarla, de acuerdo con la investigadora Judith Beltrán en su artículo “Aspectos generales de la agresión con ácidos, un delito que deja huella”.
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El efecto del ácido provoca deformaciones y cicatrices de forma permanente que retraen la piel, dificultando la movilidad de las zonas dañadas, agregan las activistas Aranza Bustamante y Sofía Carbajal de Corriente Alterna. Para poder recuperar lo más que se pueda del rostro, los ojos y extremidades, las sobrevivientes deben someterse a varias cirugías de reconstrucción.
En conclusión, las consecuencias de este tipo de violencia no solo actúa sobre la piel; también representa un cambio radical en el estilo de vida de las víctimas.