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Después de 100 años, los “Tres Hermanitos” sostendrán un encuentro histórico – El Sol de Tlaxcala

Este año, la procesión de “Las Tres Caídas” en Santa Ana Chiautempan será única y muy especial, pues después de poco más de 100 años tres imágenes religiosas muy veneradas en San Pablo Apetatitlán, Tlatempan y el municipio textilero tendrán un encuentro como antaño lo hacían; nos referimos a las efigies de Jesús Nazareno, Dulce Nombre de Jesús y Padre Jesús del Convento, respectivamente.

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El tan esperado evento que ha causado gran revuelo en la feligresía de las tres comunidades será en la calle conocida años atrás como “Camino de Jesús”. Este acontecimiento, sin duda alguna atraerá a más asistentes a la procesión, que es uno de los sucesos religiosos con más arraigo entre los habitantes de Chiautempan.


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La historia

En torno a los antecedentes de este hecho histórico, Jesús Cortés Ilhuicantzi, cronista de Chiautempan, narró que el encuentro de “Los Tres Hermanitos” ha sido un relato de padre a hijo, unos decían que Padre Jesús del Convento iba de visita a San Pablo Apetatitlán y otros que era la imagen de Jesús Nazareno la que venía a Santa Ana.

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Después de realizar algunas investigaciones y de hablar con algunos colegas, encontró datos de que es la imagen de Jesús Nazareno la que efectivamente visita la cuidad sarapera, lo cual verificó consultando el archivo parroquial de Apetatitlán.

La finalidad era dar continuidad y pasar del relato oral, que es importante, al documento que confirma los hechos, de ahí que consultar para recuperar la memoria histórica del siglo XVII y XIX resulta sumamente importante para este encuentro de las imágenes de Jesús Nazareno, Dulce Nombre de Jesús y Padre Jesús del Convento, donde cada una tiene una importancia en el culto, la fe y la devoción entre cada una de sus comunidades.

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La visita de Jesús Nazareno de San Pablo Apetatitlán a Santa Ana Chiautempan

A mediados del siglo XVIII los tejidos en San Pablo Apetatitlán generaron un fructífero comercio que llevó al pueblo a alcanzar tanta importancia económica como su cabecera y lo colocó entre los pueblos que controlaban el monopolio textil de Tlaxcala, esta riqueza le dio oportunidad de crecer social y políticamente llegando a aspirar a ser un pueblo independiente de Santa Ana, oportunidad que llegó en el mes de septiembre de 1766.

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Para lograr esa independencia, don Miguel Marín trató de ganar la parroquia para el pueblo de San Pablo, por si esto no fuera suficiente exhibió el poder de San Pablo diciendo que el pueblo pondría los fondos para que se establecieran las cofradías de las Ánimas benditas del Purgatorio y del Divinísimo Señor Sacramentado, que eran las necesarias para la erección de la nueva parroquia, lo que la población de San Pablo buscaba era escalar en la jerarquía social de Tlaxcala.

En el siglo XVIII a la imagen de Jesús Nazareno se le conoció por los pueblos aledaños como milagrosa y su templo era reconocido como santuario. En esa época, la gente se reunía el miércoles antes del Jueves Santo a las puertas del lugar sagrado de San Pablo Apetatitlán para acompañar a la milagrosa imagen en su recorrido hasta llegar a la parroquia de Santa Ana Chiautempan.

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El Jueves Santo se montaba en Santa Ana una ofrenda con la que rememoraba la aprehensión de Jesús Nazareno. En una mesa grande se colocaba la imagen en mención y las reliquias que conservaba el templo. Todo era adornado con enramadas verdes, flores naturales y seda, ramas de laurel, frutas verdes, naranjas, toronjas, manzanas, sidras, aguas de colores y banderitas de oro y plata, además de ceras labradas e incienso, cuenta el historiador chiautempense.

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Antes del traslado celebraban una misa solemne donde el sacerdote lucía una bella capa bordada y se acompañaba de cantores y monaguillos, inmediatamente después la imagen era trasladada a la parroquia de Santa Ana donde permanecía hasta el Sábado de Resurrección, entonces se preparaba otra Procesión que salía de Chiautempan y conducía a la imagen hasta las puertas de su templo.

Ya en el siglo XIX las procesiones y los ritos se fueron modificando; en la Semana Santa suspendieron las salidas a Santa Ana. Después de ser prohibidas las procesiones a la cabecera municipal de Chiautempan, el día Jueves Santo en San Pablo Apetatitlán sacaban a la Virgen María, la imagen de Jesús de Tlatempa, el Sagrado Corazón, el Señor de la Columna y el Divino Rostro, todos ellos recorrían el pueblo en sus principales calles,

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cuenta Cortés Ilhuicantzi.

Pero lo que hizo que finalizara de manera definitiva la visita de Jesús Nazareno a Chiautempan fue la epidemia de la influenza española de 1918. Este histórico evento redujo de manera considerable a la población de San Pablo Apetatitlán, ya que solo sobrevivieron 28 familias, de ahí que a los habitantes de este lugar tengan en mote de “los veintiochos”.

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