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Tintero | Aberración oficial – El Sol de Tlaxcala

Nada justifica cualquier agresión que una autoridad, del nivel que sea, ejerza contra alguna persona que busca en un país donde no nació, un mejor lugar de vida.

Muchas personas fueron designadas policías porque así fue su circunstancia laboral, pero no son perfectas, pulcras o especiales. Así que tomar decisiones fuera de lugar por los demás es inaceptable, solo tienen responsabilidades gubernamentales y nada más.

Lo ocurrido en ciudad Juárez, Chihuahua, contra indocumentados donde la autoridad fue incapaz de rescatar a quienes fueron quemados en vida fue aberrante, pero es más aberrante (lo repito) que el gobierno sigue con la misma patética historia de que siguen investigando los hechos.

Ahora resulta que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está conmovido por lo sucedido cuando, desde siempre, los gobiernos en turno -incluido el suyo- se han pasado humillando y dando un trato injusto a quienes buscan llegar a Estados Unidos de América (EE. UU.) en busca de mejores condiciones de vida, resultado de que los países de donde provienen han sido incapaces de ofrecer un adecuado lugar para desarrollarse en todos los ámbitos.

Intentar cruzar igualmente desde la frontera sur y norte de México para llegar a EE.UU. se ha convertido en una verdadera pesadilla. Gobiernos van, vienen y nada cambia, siguen las vejaciones, golpes y discriminación contra los indocumentados.

El problema también es que las personas siguen viviendo en un mundo irreal. A diferencia del pasado, EE.UU. dejó de ser el país de las oportunidades, del empleo y de la riqueza abundante. Es la hora que no ha podido “levantarse” de la crisis económica que enfrenta.

¿O de qué otra manera puede entenderse que las calles en New York están llenas de pordioseros gringos que no hallan en su “poderoso” país una plaza laboral?

Irse allá, en muchos de los casos, es una falsa ilusión, pero cientos de decenas de tlaxcaltecas emigran persiguiendo el supuesto éxito, cierto muchos lo logran, pero la gran mayoría falla en el intento.

Lo real es que, incompetentes, las autoridades mexicanas, estadounidenses y centroamericanas no han podido resolver el problema. Todas son responsables.

Por ejemplo, López Obrador, primero minimizó lo acontecido en Juárez y luego, presionado por todos los sectores de la población, se dijo triste y acongojado, su gran mentira oficial. Pura falsedad.

En lugar de decir que la economía aquí está de maravilla debería, por honestidad, aceptar que jamás podrá generar oportunidades para el regreso de los miles de mexicanos que viven con sus familias en EE. UU.

Es evidente que el tema de los migrantes no importa a nadie. Cómo es posible que hasta este momento no haya políticas públicas que frenen el éxodo de quienes persiguen un sueño cada vez irreal.

En México deberían existir otras alternativas de crecimiento económico. Por ejemplo, promover la ciencia y tecnología en las escuelas, perfeccionar otros idiomas desde temprana edad y vincular la oferta educativa y el mercado laboral, permitirían la generación de mayores oportunidades de vida.

Pero no, en México los maestros siempre andan de fiesta y el nivel educativo en el sector público es mediocre en muchos de los casos, solo les interesa celebrar el Día de la Virgen de Guadalupe, de Reyes, de las Madres y otras festividades banales en lugar de ponerse a trabajar.

El trabajo es pobre y los sueldos mal pagados. Peor aún, los delincuentes extorsionan, vía estudiantes con escuela frustrada, a comerciantes vendiendo estupefacientes. El pan de todos los días.

La migración es resultado del fracaso de la política económica que propició la expulsión de personas de la clase media y hasta de gente con nivel universitario harta de no hallar condiciones de vida.

Solo que las cosas cambian. Antes, lo más humillante era que los “coyotes” los explotaran al despojarlos de su dinero, que los abandonaran a su suerte en el desierto o que los gringos les llamaran despectivamente pollos o espaladas mojadas.

Ahora lo grave es que los responsables del Instituto Nacional de Migración, que ha sido una institución inservible, y los empleados de las empresas contratadas por el propio gobierno para garantizar los supuestos derechos humanos, hayan permitido que 34 ilegales murieran quemados porque no supusieron qué hacer cuando en la oficina de Juárez inició el incendio. Qué vergüenza.

La errática política de control migratorio del gobierno federal sólo permite incrementar las cifras de ilegales detenidos.

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