A pesar de no estar en épocas de terror, llegó en este primer trimestre del año “Scream 6” a las salas de cine, un slasher estadounidense que sin duda supera a la primera entrega de la franquicia considerada como la más representativa por la crítica y los fans.
La nueva película ha robado los reflectores por su larga trayectoria en el género y el acertado reparto de su nuevo argumento, ya que no solo trae de vuelta a personajes de las antiguas películas, sino que revela nuevas aristas y, con ellas, trabajos actorales muy loables.
La sexta parte de Scream es más cercana a la interpretación contemporánea de una ficción criminal, sin perder de vista el absurdo en el guion.
La historia es simple: cansadas de escapar de su pasado, las hermanas Sam (Melissa Barrera) y Tara Carpenter (Jenna Ortega), junto con sus amigos y el novio de Sam, Richie Kirsch (Jack Quaid) encuentran un nuevo rumbo en New York, donde inician una vida alejada de la sombra de fallecido su padre, un asesino serial y el primer Ghostface, así como la masacre vivida un año antes.
No obstante, esa tranquilidad se ve interrumpida por la amenaza de un nuevo Ghostface en la ciudad, ¿será alguien de su pasado quien las persigue o un nuevo rostro tras la máscara a quien deben enfrentar?
Y es que este nuevo criminal es más sanguinario e intimidante y, además, ¡está jugando especialmente con nosotros!
Las pistas están plantadas en escenarios muy claros, listas para las apuestas entre amigos sobre quién encuentra primero al asesino.
Alguien (o muchos) se disfrazarán del temerario homicida y comenzarán a desaparecer a un grupo de jóvenes relacionado con los supervivientes de la anterior película. Así como dicta el género, las muertes resultan mucho más violentas, como si una furia descontrolada se desatara en ese rostro de plástico deformado.
Un acierto narrativo de los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett fue su apuesta por la nostalgia en este filme.
La audiencia que comenzó a gritar en 1996 con la saga ha crecido a la par de sus personajes y ha evolucionado junto a la forma de entender el cine de lo siniestro; de principio a fin es fácil sostener la empatía y vivir el dolor de las protagonistas.
Finalmente, y como es costumbre, el libreto se burla de la sociedad que representa. Sin tropiezos ni ambiciones el tono satírico rescata lo ridícula que puede llegar a sentirse en gran parte del desarrollo. Y tú, ¿estás listo para jugar el juego?