Ya lo dijo el Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz en 1989: “la violencia solo trae más violencia”. Y así ocurrió en el conflicto normalista que lamentablemente derivó en el deceso de Beatriz N., originaria de Tepetitla y quien cursaba el séptimo semestre de la Licenciatura en Educación.
La conmoción se hizo presente al conocer que la joven de 21 años de edad sufrió una caída accidental la tarde del jueves 20 de octubre, durante el enfrentamiento en “El Trébol” entre sus compañeros normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, contra granaderos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
El resto es historia, “Bety” -como le decían a la alumna de la Normal Rural “Lic. Benito Juárez” de Panotla- fue declarada con muerte cerebral al día siguiente, falleció la mañana del domingo y la sepultaron pasado el mediodía de ayer.
Lamentablemente tuvo que ocurrir este deceso para que fueran menguadas las posturas radicales que asumieron autoridades del sector educativo y el comité de normalistas. ¿Pudo haberse evitado la muerte de Beatriz N.? La respuesta solo la tienen ambas partes que por cerrazón permitieron que el conflicto llegara a 44 días con una solución a medias. Habrá que esperar qué tiempo durará la tregua acordada entre el gobierno y las normalistas en la mesa de diálogo que se prolongó por varias horas.
Lo cierto en todo esto es que a Homero Meneses Hernández nuevamente le tuvieron que hacer, ante su falta de capacidad y oficio para afrontar este tipo de problemáticas que antaño no se cansó de criticar.
Bien reza el dicho popular: “no es lo mismo ser borracho que cantinero”, el cual le acomoda muy bien al actual responsable de la educación en la entidad.
TERNURITAS
A propósito del conflicto normalista, resulta irrisoria –por no decir ridícula- la mini manifestación que integrantes del partido Movimiento Ciudadano protagonizaron ayer en el Centro Histórico para exigir una solución al conflicto normalista.
Refugio Rivas Corona se aventó la puntada de pedir la destitución del secretario de Gobierno, Sergio González Hernández y de Raúl Ruiz García, titular de la SSC, al acusar falta de capacidad para atender el conflicto. Lo que no sabían los del “movimiento naranja” tlaxcalteca es que el conflicto ya había tenido un acuerdo y su “manifestación” estaba fuera de lugar, de tiempo y de espacio. Refugio Rivas sacó el cobre cuando reporteros le preguntaron si su inusual presencia en las calles era una forma de sacar raja política para su partido, pero lo que más le irritó al decadente líder oriundo de Papalotla es que le cuestionaran la ausencia de Eréndira Jiménez Montiel, quien se supone coordina los trabajos de género del instituto “naranja”.
Por cierto, ayer se pudo notar que en Movimiento Ciudadano hay más dirigentes que militantes y con eso de su nueva reestructuración hasta Ernesto Ordóñez Carrera, exsecretario de Gobierno en tiempos de Mariano González Zarur, llevaba su cartulina.
NOCAUT
La elección de consejeras y consejeros del PAN en la asamblea celebrada el pasado domingo dejó en claro que a quienes por casi 20 años se apoderaron del partido, ya les cantaron las golondrinas.
Después de que el PAN en Tlaxcala siempre fuera repartido entre los mismos de siempre e incluso algunos fueron hasta tres veces diputados plurinominales, ahora ni las manos metieron. En términos boxísticos, Miriam Martínez y la nueva generación panista les propinó un nocaut que no solo los dejó en la lona, sino que los tienen al borde del retiro en el albiazul.
En el cónclave panista solo faltó que les dieran un curita a Adriana Dávila, Gilberto Temoltzin (hijo), Carlos Carreón, Lilia Caritina Olvera y Minerva Hernández, pues aunque algunos de sus seguidores hicieron berrinche con el argumento de un tardío cómputo de resultados, en los hechos Miriam Martínez y el nuevo PAN se alzó con 80 de 80 consejeras y consejeras estatales.
El triunfo fue para militantes que nunca tuvieron la oportunidad de representar al partido, prueba de ello es que de los 4 consejeros electos, además de Ángelo Gutiérrez y Pablo Badillo (ambos alcaldes panistas), está el nombre de Lizeth Hernández -de Chiautempan- y Cecilia Salas -de Apetatitlán.
De que el cuñado de la presidenta del PAN -Valentín Gutiérrez- y otros afines también fueron electos, en una clara muestra de preferencia a la familia, luego hablamos. De momento, queda en evidencia que el relevo generacional en la política partidista cada día se observa mucho más y los que ayer fueron, hoy están de salida.