Es indispensable colocar en el centro de la discusión en México los temas que laceran a la sociedad, y no solamente la agenda que se propone desde la ‘mañanera’, cuya importancia y relevancia para la vida nacional, la gran mayoría de veces, es intrascendente.
Por eso celebro que el ocho de marzo pasado, las mujeres hayamos colocado en el centro del debate nuestras demandas, tan abandonadas por este gobierno.
Celebro que grupos de mujeres se manifestaran pacíficamente en todo el país. En Tlaxcala, como era de esperarse, la autoridad mostró, una vez más, la falta de sensibilidad para escuchar de frente las demandas de las mujeres que plantean mejores oportunidades de desarrollo, acceso real a la salud y educación, trabajo mejor remunerado, seguridad a su patrimonio e integridad personal y no violencia, entre otras.
El uso de la fuerza pública tomó tal relevancia, que Tlaxcala fue mencionado en todos los noticieros del país, por la manera de repeler con agua la manifestación del pasado 8 de marzo.
Utilizar el camión antimotines denominado ‘Gotzilla’ fue un acto de violencia en contra de las manifestantes, más aún, cuando el Gobierno del Estado, encabezado por una mujer, prometió usarlo solamente cuando se tratara de un asunto extremadamente necesario.
Este hecho criminaliza a las mujeres que en libertad, esperanza y armonía salieron a marchar en Tlaxcala, y pone en evidencia poco interés por ser parte de la solución al problema de desaparición, feminicidios y violencia contra las mujeres, así como de atender a través de políticas públicas certeras la incidencia en su mejor calidad de vida.
Esta fue la oportunidad perdida para este gobierno, que debería ser el primer interesado en acompañar y dar solución al grave problema de violencia que enfrentamos las tlaxcaltecas; sin embargo, contundentemente decidió estar del lado contrario a las manifestaciones y reclamos populares, además de preferir asistir al Palacio Nacional, que en nada abona a la mejor calidad de vida de las mujeres, porque el hecho de que vaya y venga con regularidad no se traduce en nada concreto que mejore la situación de las mujeres ni del estado.
Mi lucha contra la corrupción
La semana pasada participé en el foro internacional de la Organización Global de Parlamentarios Contra la Corrupción (GOPAC), en Doha, Qatar, donde tuve el alto honor de representar a nuestro país.
Expuse frente a líderes parlamentarios de Naciones de todos los continentes, las iniciativas que he impulsado a lo largo de mi carrera legislativa en contra de la corrupción y el lavado de dinero, así como el trabajo que he encabezado con parlamentarios mexicanos para impulsar esta agenda, donde mal que bien se cuenta con el andamiaje de un Sistema Nacional Anticorrupción al que le faltan algunos ajustes legales y sobre todo una gran dosis de voluntad política para realmente ser funcional al país.
Llamó la atención la importante participación de la sociedad civil organizada mexicana en la construcción de la conocida Ley Tres de Tres, que se incorporó a la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos.
Debo decirle, apreciado lector, que tanto las propuestas como los resultados que expuse, me valieron comentarios extraordinarios que reconocieron la labor que he realizado durante casi dos décadas. Resultó de alto interés la conformación de la Red de Legisladores Locales Anticorrupción que desde GOPAC, México se está construyendo, en coordinación con COPECOL, en la pluralidad en la que pueden participar todos quienes asuman el combate a la corrupción como un compromiso de acción concreta.
Este hecho me alienta a seguir adelante y redoblar esfuerzos desde el Senado de la República, para combatir este mal que lacera a nuestro país, haciendo equipo con GOPAC de las Américas, para involucrar a cada vez más parlamentarios en las responsabilidades del combate a la corrupción, que en este caso lidera como vicepresidente Mundial el Dr. Carlos Pérez Cuevas.
Agradezco el favor de su lectura.