- ANDRÉS CORONA HERNÁNDEZ
“Renunciar a los hechos es renunciar a la libertad”, Timohhy Snider.
Esta es una expresión que se utiliza en el barrio o incluso en el futbol profesional, cuando a pesar de todas las triquiñuelas y jugadas a la mala del otro equipo no puede meter gol y menos si lo hace infringiendo las reglas.
Guardando todas proporciones del caso, se aplica para las resoluciones que está tomando la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre el llamado Plan B, que no es otra cosa que hacer una ley a la medida de las necesidades del partido en el poder. No es entendible la actitud del presidente de la República, porque no es el capitán de un equipo llanero o de la cuadra bravucón y pendenciero, que, a la menor provocación y jugada que no le guste, insulta al árbitro y le dice que está vendido al otro equipo, simplemente porque no le marcaron como él pretendía. Es el presidente de todos los mexicanos, no solo de quienes votaron por él.
La SCJN es un Tribunal de control constitucional, que está precisamente para evitar los abusos tanto de los Poderes Ejecutivo y Legislativo cuando violan lo que dispone la Constitución tratándose de creación de leyes. Ya habíamos visto hace muchos años en México que el Poder Ejecutivo subordinó al Legislativo incluso al Judicial, pero nunca se pensó que la historia se repitiera en el siglo XXI a pesar de los pocos o muchos avances democráticos y con la creación de instituciones que evitarán la concentración del poder en una sola figura, que es Ejecutivo.
Se ha puesto en marcha una campaña de desprestigio en contra de las y los ministros de la Corte, que solo han cumplido con su encomienda como un contrapeso a los otros dos poderes y vigilantes de la constitucionalidad de las leyes. Para los legisladores que aprobaron las leyes sin seguir el procedimiento legislativo, saben perfectamente que todo acto tiene consecuencias, y la consecuencia es que, la Corte anuló las leyes. Ahora que se anuló la primera parte del plan B, el Ejecutivo se quejó de que hubo invasión de poderes, pero cuando él citó y ordenó aprobar sin seguir el procedimiento incluso sin haber leído, no solamente los invadió, sino que los subordinó y hasta los humilló. Eso sí es válido para él, pero que corrijan el procedimiento eso no le gusta.
La nueva ocurrencia del partido en el poder es que, los jueces y magistrados los elija el pueblo bueno, aun cuando el Poder Judicial es una tarea altamente especializada y al que se llega por méritos propios y una sólida formación académica y no por aclamación popular. Se equivocan quienes pretenden que el Poder Judicial sea por elección popular, en América Latina solo en Bolivia se eligen a estos funcionarios, en el resto de los países es una designación a los mejores perfiles y personas más capacitadas en la materia. Pretender elegir así a las y los integrantes del Poder Judicial es como poner a la terna arbitral en un partido sin definir quién será el central y quiénes los auxiliares y preguntarle al público quién les parece mejor para ser el árbitro central, cuando muchos aficionados no tienen ni idea de las reglas del juego, pues solo van a ver el espectáculo o son aficionados de un equipo y el resultado será un árbitro que favorezca a un equipo; de este tamaño es la incongruencia de quienes piden que los jueces y magistrados sean electos de manera directa, porque seguramente no entienden la división de poderes, por más desplegados que firmen.
Así las cosas, falta todavía la segunda parte del Plan B, pero ya se vio la reacción del jugador que se molesta e insulta al árbitro que no le marcó penalti a sabiendas de que cometió mano dentro del área chica y pretende que la marqué a su favor, intentará por todos los medios legales o no meter gol, incluso con la ayuda de la porra, pero afortunadamente en la portería está alguien que no deja pasar ninguna ilegalidad que vaya en contra de la Constitución, tenemos portero, aunque no le guste al otro equipo.
*Vocal Ejecutivo de la 01 Junta Distrital Ejecutiva del INE en Tlaxcala