“Dios, te pido que me dejes vivir al menos hasta que mis peques puedan sostenerse por sí mismas”. Así es el ruego de millones de mujeres -una de cada tres hogares- en México; lo sé porque así recé yo misma muchos años.
En México tres de cada cuatro hijos de padres separados no reciben pensión alimenticia y pocos estados tienen un registro de deudores alimenticios (todos con distintas consideraciones legales). Parece que a las y los legisladores locales y federales en general, eso de que los menores queden en vulnerabilidad e indefensión les ha parecido poco importante.
¡Ah! Pero de la mano de las acciones afirmativas las mujeres ocuparon las curules y la ley comenzó a cambiar, porque muchas legisladoras viven lo que muchas mujeres en México: los padres de sus hijos no pagan pensiones, ellas son las de las dobles y triples jornadas y sus ingresos se van en la manutención de su familia.
Después de diversos intentos y de la presentación de innumerables iniciativas, el 30 de abril de 2019 la cámara de diputados aprobó la creación del Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias (El Registro) a cargo del DIF, nutrido en información por las y los jueces y lo turnó al senado para su análisis y eventual ratificación.
No hay plazo que no se llegue y el senado mexicano, casi cuatro años después, finalmente votó el 23 de marzo por unanimidad, reformar los artículos 135 Bis al 135 septies, el 104 y 120 de la Ley General de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes para fortalecer la ejecución y garantizar el oportuno cumplimiento de la pensión alimentaria de manera homologada en todo el país.
¿Cuáles son la obligaciones alimentarias? esencialmente la necesidades de alimentación y satisfacción de las necesidades de sustento y supervivencia; es decir: La alimentación y nutrición, habitación, atención vestido, recreación, médica y psicológica preventiva integrada a la salud, asistencia médico-hospitalaria y, en su caso, los gastos de embarazo y parto; Los gastos derivados de la educación y la formación para proporcionar a los menores un oficio, arte o profesión adecudados sus circunstancias personales, y con relación a los menores con algún tipo de discapacidad o declarados en estado de interdicción, lo necesario para lograr, en lo posible, su habilitación, rehabilitación y desarrollo.
¿Y los alcances generales de El Registro? Se deberá presentar certificado de no inscripción en El Registro, para obtener o tramitar:
Una candidatura a cargos de elección popular, pasaporte o documento de identidad y de viaje, licencia y permisos para conducir, participar en procesos de selección para asumir el cargo de personas juzgadoras en el ámbito local y federal, trámites realizados ante notario público relativos a la compra-venta de inmuebles, la constitución o transmisión de derechos reales; y, solicitud de matrimonio, entre otras. Así también, se prevén medidas de restricción migratoria, para impedir que personas inscritas en El Registro puedan salir del país o cuando existan medios de prueba para determinar la existencia de un riesgo importante de que su salida se utilice como medio de evasión del pago de la deuda.
Salió la noticia de la aprobación de El Registro y corrió como reguero de pólvora. ¡El soponcio” ¡el tramafat! Así andaban y andan varios o mas que varios; pero, ¿porqué siquiera debiera la patria tener un instrumento como este? Es profundamente injusto que mientras las y los niños pasan precariedades, el deudor disfrute la vergonzante impunidad de seguir su vida como si no existieran sus hijos. ¿No quieren pagar pensión? Compren preservativos.
La justicia para millones de jefas de familia finalmente cobra forma legal. El Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias se desprende del constante y sistemático incumplimiento, mayoritariamente del padre. Hagan de cuenta el buró de crédito. ¿Qué a la madre también corresponde pagar pensión alimentaria? Por supuesto, siempre en la proporción de los ingresos de cada quien, pero que quede claro: el 81 % de los hogares monoparentales son jefaturados por mujeres. Difícilmente nosotras nos vamos dejando atrás a nuestras niñas y niños.
Deudores: ya gozaron demasiado tiempo del cobijo patriarcal de las instituciones públicas. ¡A pagar!