Todo en el cine es falso y, sin embargo, es real. La advertencia está dada en tres películas que, a través de los años, exploran la fascinación en la sala oscura. Estos títulos llevan impresos el “cine meta”, es decir, una serie de discursos que hablan románticamente sobre sí mismo; casi a la par del romance en sus personajes:
1. Cinema paradiso
El gran tributo al cine, sin lugar a duda. Ambientada en la Italia de posguerra bajo la dirección de Giuseppe Tornatore, este drama de 1988 cuenta la historia del exitoso director Salvatore Di Vita. A través de sus memorias, Salvatore nos lleva a conocer su pasado y su amor con Elena, la razón de sus venturas y desventuras, el hilo conductor de su apasionada vida.
Con citas de obras cinematográficas y referencias culturales de la época, comienzan a llenarse los diálogos de un emocionante trayecto donde no se desea jamás el final de la cinta, del amor ni del séptimo arte.
2. La invención de Hugo
Once nominaciones a los premios Oscar de 2011 respaldan la perfección de esta joya cinematográfica de Martin Scorsese ubicada en el París de los años 30.
Hugo, el protagonista, es un niño huérfano. Mientras arregla relojes y roba comida, el pequeño trabaja en un ambicioso proyecto: componer un artefacto que su padre comenzó a construir antes de morir en un incendio. Mientras esto sucede, Isabelle llega a su vida, una niña con la que crea un importante lazo de amistad y un equipo de sueños.
La fantasía inmersa en cada escena nos devuelve a ese cine de los 80 tan alejado de los efectos especiales y enmarañado de retórica; pero sin olvidar la fascinación por la rapidez de nuestro siglo.
3. ¡Corten!
La más reciente obra de Michel Hazanavicius se estrenó en 2022 y es ya un homenaje para los cinéfilos de nuestro tiempo.
En ella conocemos a un grupo de amigos que colaboran en la realización de una película de zombis en un edificio abandonado. No obstante, la amistad no siempre funciona cuando los objetivos dejan de empatar. En este caso sucedió justo lo que no esperaban: la interrupción de auténticos muertos vivientes perturbando el rodaje.
Se trata de una sencilla, pero entretenida obra de comedia de terror que apuesta por lo absurdo sin perder de vista el valor humano; menos aún, el valor de lo real en una farsa.